jueves, 18 de febrero de 2010

EFECTO AMBIENTAL DE LAS MULTINACIONALES EN LA BIODIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA DOMINICANA (primera entrega)


Efecto sobre el río Margajita en Maimón, R.D., por los desechos de La Rosario Mining Company, imagen tomada del Matutino HOY.

El planeta Tierra puede compararse con una gran maquina que sirve para transformar desechos, aparentemente inservibles en elementos básicos para la vida.

Los desperdicios que generamos los humanos, los residuos de plantas y animales que mueren y otros, son regularmente descompuestos por bacterias, hongos, insectos y lombrices que trabajan lento pero efectivamente produciendo la materia prima que enriquece los suelos, para que estos a su vez den origen a las plantas, que posteriormente sirven de alimento a los animales herbívoros, a otros árboles y al hombre. Este proceso que se viene repitiendo de forma natural desde el mismo inicio de la vida sobre la tierra y conservándose por miles de años lo que llamamos EQUILIBRIO ECOLÓGICO.

Cuando sobrepasamos esa capacidad del planeta para generar esa acción de limpieza y transformación ocurre lo que está aconteciendo cada vez más frecuentemente, el DESEQUILIBRIO ECOLÓGICO, y lo vemos por ejemplo en nuestras tierras de la República Dominicana, con el campo cada vez menos fértil, los ríos con menos agua, animales y aves en extinción, bosques depredados, arrecifes y playas contaminadas y sin vida.




Tradicionalmente, en nuestro país ha existido uno o dos concomitantemente de estos emporios explotadores de los recursos naturales, en el pasado, la Falconbridge en Bonao y la Rosario Mining Company que produjo daños irreparables al río Margajita y su entorno, en Maimón (Monseñor Nouel). En este momento tenemos otro de esos depredadores de nuestras riquezas y contaminador ambiental, la Barrick Gold de capital canadiense, instalada en Cotuí, R.D.


El efecto ecológico y ambiental para los que habitamos esta isla es devastador, produciendo enfermedades y muertes por acciones directa e indirecta en su entorno, creando zonas desérticas que jamás recuperaran su verdor y por consiguiente creando hambruna por la acción contaminante del agua, el aire y el suelo. Todo esto genera una escasez de los alimentos de la zona directamente afectada y los pocos que se cosechen serán de baja calidad y estarán contaminados por químicos vertidos en sus aguas subterráneas.

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